Lo primero que tengo para destacar que Venecia hay una y es única.
Nos dicen “la Venecia del sur, del norte, del este y de occidente” pero para aquellos que conocen la ciudad saben perfectamente de qué les estoy hablando… no cualquier canal es Venecia!
Si hay una ciudad con personalidad en el mundo, esa es Venecia…una ciudad que se hunde, que es casi una visión, con toda su fragilidad y misterio. Este laberinto de canales donde se suceden sin tregua “palazos”, iglesias y plazas es de una belleza y personalidad que no se repite en ninguna parte del mundo.
No olvidemos que fue construida por comerciantes, sus señas de identidad son la fascinación y el dinero. Hicieron una ciudad a medida del lujo, el hedonismo, el refinamiento y toda la riqueza que en ella cupo después de la caída del Imperio Romano de Oriente. Nada se compara a la Serenissima, que en tiempos de la República los mercaderes la taparon de lujo y refinamiento.
Acá recomiendo romper la chanchita y dejarlo todo, entregarte a los máximos placeres de la vida. Nada de estar regateando en alojamiento y buscando en Airbnb!! Que es eso, en Venecia no existe!
Dormir en un Palazzo es la consigna y si es en Il Danieli mejor, es el lugar perfecto para la vida eterna, así tengamos que comer “arroz con palito” el resto del año, lo dejo todo por vivir este hotel con alma e historia, donde Onassis se enamoró de María Callas, donde Truman Capote tomaba sus Spritz en la famosa Terrasa con vista al Gran Canal, al puente de los suspiros y al palacio Ducal.
Alojados en el Danieli, en Baglione o en el Europa Regina voy por mi encuentro “intimo con la ciudad”… acá agarro al amanecer mis championes y salgo a correr al borde del Gran Canal, es tan temprano y la belleza es tan surrealista que aún no sé si sigo soñando!
Góndolas, en frente una vista inigualable de la basílica Santa María de la Salud en la Punta de la Aduana, la Piazza San Marco toda para mí y el Palacio Ducal.
Siguiendo con mi plan “dejarlo todo en Venecia” cruzo a la isla de la Giudecca y enfilo directo al hotel Cipriani de Belmond, sí dije Cipriani el nombre del legendario Giussepe ese que inventó el Bellini (proceso con jugo de durazno) en el famoso Harrys Bar, eso que voy a tomar mientras contemplo el perfil de la ciudad desde enfrente.
Por la tarde me decanto con una café en el Florian, van a ser los mejores 40 euros de tu vida porque te lo servirá un camarero con chaqueta blanca impoluta, guantes y bandeja de plata!
Nos encanta viajar e intercambiar experiencias, nos dejes de escribirnos y contarnos que más tenés para decirnos de este destino.
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