Si algo le sobra a Cuba es personalidad. Su gente, sus colores, su épica historia política, su encanto colonial y esos aires de nostalgia la hacen una isla única en el mundo. Su gradual apertura al mundo hacen de Cuba un destino para ser visitado YA, creemos que es el Last Call para poder vivir la mística de la Vieja Habana porque seguramente en unos años la escenografía sea otra.
Aterrizar en Cuba es como bajarse de una máquina del tiempo y retroceder a los años 70`s. Sus barrios, sus calles, su arquitectura y sus plazas cuentan por sí solas la historia de una ciudad que parece haberse detenido algunas décadas atrás.
Mientras camino por la capital, declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad, es increíble ver la cantidad de niños que juegan en la calle, los ancianos reunidos en las esquinas fumando habanos y los restaurantes de comida típica “paladares” con música cubana en vivo. Es por sí mismo un espectáculo colorido. Pero algo está claro, son ellos, los cubanos, su gente, su pueblo, los protagonistas y los que le dan a La Habana esa vida inagotable, esa alegría contagiosa, ese sabor y encanto que los define como únicos.
Aquí una guía de los imperdibles:
Caminar por la Habana Vieja
Hay que tomarse un tiempo para recorrer la zona más antigua de la ciudad, que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1982. Es famosa por sus plazas, monumentos, iglesias, castillos y fortalezas que alguna vez protegieron a la ciudad de piratas. Sus coloridos edificios dan testimonio de su dorada época colonial. Si toda la isla garantiza un viaje en el tiempo, en la Habana Vieja esa expresión cobra su máxima expresión.
Poner primera en un auto clásico
Rosa, amarillo, azul, violeta. Son muchas las opciones para alquilar un auto clásico que le dan más vida a la capital de Cuba. Recorrer desde el centro de La Habana hasta el glamoroso barrio de Miramar en un coche descapotable como un Belair Chevrolet o un Ford Fairlane es un verdadero viaje en el tiempo.
Respirar la Revolución
Una de las plazas más grandes del mundo, la Plaza de la Revolución es un must. A un lado la estatua de José Martí, padre de la independencia de Cuba y al otro lado las imágenes del Che Guevara y de Camino Cienfuegos, artífices de la revolución cubana junto con Fidel Castro y su hermano Raúl.
Tomar un mojito en La Bodeguita del Medio
El escritor estadounidense Ernest Hemingway fue un enamorado de la isla y la eligió como lugar sagrado para trabajar. Se reunía junto a otras figuras de la literatura para disfrutar de un cóctel típico, según él, “el mejor de la ciudad”. En este emblemático restaurante es posible degustar la cocina local. Entre lo más recomendado está "la ropa vieja" y podés dejar sus huellas en las paredes, lugar por donde también pasaron celebridades mundiales y políticos.
El tabaco y su cuna
Es una parada obligatoria la tradicional empresa de puros Partagás que ofrece una visita guiada. Podés adentrarte en todo el proceso de elaboración, desde el secado de las hojas hasta que llega a las manos de su cliente. Fundada en 1845, es una experiencia imperdible donde todavía conservan la tradición más antigua de La Habana.
Comer en un paladar
Estos lugares pertenecen a casas de familias que se dedican a la cocina local, es una experiencia gastronómica única! En la mayoría se puede degustar los platos típicos cubanos, fruto de la fusión de la cocina española, africana y caribeña, acompañado de la gaseosa local: TuKola.
Atardecer en el Malecón
Son 7 kilómetros para disfrutar de una panorámica vista de la ciudad, desde la Avenida Antonio Maceo hasta la fortaleza Santa Dorotea de Luna. Un punto de encuentro entre pescadores, artistas, y muchos turistas que permite disfrutar la isla desde otra perspectiva.
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