¿Qué mejor plan que cortar el invierno para escaparse al verano europeo?
Este archipiélago en la costa este de España reúne a cientos de islas paradisíacas: las más famosas son sin duda Mallorca, Ibiza y Formentera pero son muchísimos los rincones donde el sol brilla los 300 días del año.
Ciudades amuralladas, calas increíbles, playas de agua turquesa, gastronomía ibérica, la magia del mediterráneo, buceo y discotecas que nunca frenan son los highlights que las hacen únicas.
1. Respirar y pasear por Formentera
La pequeña de las Pitiusas es el paraíso concentrado en cada rincón de sus 83 km cuadrados.
Recorrer sus rincones en una Mehari, el vehículo isleño por excelencia, es el plan ideal para comprobar que Formentera es una de las islas con más encanto del Mediterráneo.
Su Faro de la Mola en el filo de un acantilado donde el cielo y mar se funden en un paisaje simplemente espectacular.
El pueblo pesquero Es Caló de Sant Agustí, sintetiza la esencia más auténtica de la belleza mediterránea de Formentera. Sus casitas blancas de pescadores, el pequeño embarcadero natural y el restaurante de la zona son puntos imperdibles del paisaje.
De camino al famoso faro del Cap de Barbaria, que impresiona por la aridez de su ubicación, y la belleza seca de su paisaje,
en un pequeño desvío y casi oculto entre senderos, no dejes de probar el vino de la bodega homónima que sintetiza la esencia de la isla.
Tip: no dejes de probar la ensalada payesa con peix sec (pescado seco), el Frit de polp (frito de pulpo) o Calamars a la bruta (frito de calamares en su tinta).
2. Degustar la gastronomía
Las Baleares son ricas en paisajes pero también son reflejo de siglos de gastronomía que se han mantenido intactos a través del tiempo.
La comida mediterránea es en sí un capítulo aparte: la sobrasada mallorquina, el arroz brut, las sopas mallorquina y menorquina, el queso de Mahón, los huevos al estilo de Sóller, las perdices de capellán para contornar el típico pastel mallorquín ensaimada que se convirtió en un símbolo de la isla de Mallorca.
Si te gusta el vino, en las Baleares son de agua y sol, la conjunción perfecta con vista al Meditaráneo. En Mallorca hay decenas de bodegas por eso una buena idea es hacer la Ruta del Vino que atraviesa pueblos, historias y uvas.
3. De compras por Menorca
Ciutadella es la ciudad más pintoresca de Menorca por su patrimonio y por la atmósfera mágica que se respira. Es ideal para aquellos que huyen a los shoppings cerrados, que buscan hacer un paseo de compras y de cultura por sus estrechas calles del casco histórico.
Con solo entrar en la Plaza des Born ya se respira el aire de ciudad fortaleza, con sus casas de artesanías, productos típicos de la isla y terrazas de moda donde hacer una pausa para tomar un aperitivo.
La Ciutadella tiene mucha vida, no dejes de probar Gin amo llimonada, refrescante y digestivo.
Tip: no podés dejar de comprar tus abarcas menorquinas que las hay de las más coloridas y variadas
4. Ibiza y su patrimonio histórico
Famosa por sus beach clubs, discotecas y vida sin frenesí. Ibiza es mucho más que esto. ¿Sabías que la antigua ciudad amurallada de Ibiza Dalt Vila es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco?
Una buena idea es alquilar un auto y recorrer las calas y playas de la isla: d’en Bossa (una de las más extensas de todo el archipiélago) Ses Salines (situada dentro del parque natural) y Es Cavallet o Cala Conta. Esta última es considerada una de las mejores playas del mundo.
Tip: conviene llevar zapatos cómodo y una botella de agua fresca; el empedrado de algunas calles es resbaladizo y empinado
5. Mallorca, un sueño
Mallorca, la capital balear y la isla más grande lo tiene todo concentrado en pocos kilómetros. Por eso no es de extrañar que muchos turistas queden tan enamorados de la isla que sueñen con irse a vivir a ella.
En cuanto a playas no tienen nada que envidiarle al Caribe, sus aguas cristalinas de color turquesa, conquistar a los amantes del sol.
No dejes de visitar los grandes arenales vírgenes del sur, rodeados por dunas y frondosos bosques, las playas de Sa Ràpita, Ses Covetes o Es Trenc , un impresionante arenal de más de 3 kilómetros de largo rodeado de dunas.
Al norte, en la bahía de Alcudia, las playas de Alcudia, Muro y Can Picafort se unen formando uno de los arenales más grandes de la isla.
La Catedral de Santa María de Palma de Mallorca, el Castillo de Bellver y el Palacio Real de la Almudaina, son imperdibles.
Eso y dejarte llevar por el encanto de sus calles, donde podrás degustar el quart mallorquí, una delicatessen que no te cansarás de comer.
Pueblos cargados de historia como los de la Sierra de Tramuntana es uno de los secretos mejor guardados de Mallorca. No visitarlos es un verdadero crimen.
Y Olé!
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